No pocos auguraban que Jon Uriarte cerraría nuevos fichajes al proclamarse presidente del Athletic, como golpe de efecto del arranque de su mandato. Sin embargo, el máximo mandatario prefiere cautela a la hora de afrontar operaciones como las de Jon Moncayola o Hugo Guillamón.
La estrategia opta por una táctica de calma, pues el presidente prefiere optar por no precipitarse. Una política que dificulta el fichaje de Moncayola, al ser Osasuna un club con las cuentas saneadas.
Caso completamente contrario es el del Valencia. Desde Ibaigane se sabe que las arcas che no pasan por su mejor momento y a medida que pase el tiempo puede urgirles vender. De ahí que se niegue desde Bilbao la posibilidad de nuevas ofertas o aceptar la primera proposición valenciana.
Los valencianistas pensaban obtener los necesarios ingresos con las ventas de Carlos Soler, de José Gayá, Guedes e incluso de Maxi Gómez. Pero a día de hoy ninguna de esas salidas son una realidad y Uriarte apuesta a todo a acercarse a la fecha límite de inscripciones. La necesidad de efectivo puede precipitar el fichaje de Guillamon siempre que el Athletic sepa mantener el pulso.
