Mucho se había hablado las últimas fechas sobre la deserción de la afición en San Mamés. Los malos resultados allende Bilbao, un juego apático y una ubicación en la tabla que no despertaba entusiasmo eran las razones aducidas para justificar unas entradas mediocres para la media. Sin embargo, la reconciliación fruto de la victoria en Anoeta y la expectativa de un choque con el Real Madrid fueron motivo más que suficiente para que se desbordaran las previsiones y San Mamés superara su record de asistencia. 49.095 espectadores ocuparon la grada rojiblanca, sobrepasando tope establecido en los 48.439 atestiguaron el choque entre los mismo contendientes en la temporada 2014-15. Fue esa temporada cuando el nuevo San Mamés comenzó a operar con todo su perímetro construido, dejando muy atrás los 47.100 asistentes de su partido inaugural ante el Nápoles.
Desde ese pistoletazo de salida, justo es decir que el compromiso de la afición rojiblanca ha dejado en evidencia a no pocos ilustres del fútbol español. Esa primera temporada sobrepasó las expectativas con un 82% de asistencia media en todas las competiciones. El siguiente ejercicio, en el que ya por fin todo el graderío estuvo disponible, rebajó la media al 79%, bajando al 75% en competiciones no ligueras. Unas cifras mimetizadas en esta temporada y que suponen motivo de alegría porque superan con creces los datos que ofrecía el viejo San Mamés, donde con menos plazas raras veces se llegaba al 70%.
