La renovación de Aymeric Laporte consta entre los mayores esfuerzos financieros jamás hechos por Ibaigane, prorrogando su contrato hasta 2020 y ascendiendo su clausula de rescisión hasta los 70 millones de euros. Unas cifras de vértigo cuyo origen no tienen solo su origen en el in disimulado interés de muchos grandes del fútbol continental, sino como reconocimiento del compromiso del jugador francés con la entidad bilbaina, actitud refrendada en una reciente entrevista en la que justifica su renovación con el Athletic en el principio de que «no todo es dinero en la vida».
El zaguero se congratula en la conversación sobre el fin del ruido mediático en torno a su continuidad , aunque no influía mucho en sus quehaceres diarios, recordando que «antes tampoco me influía muchísimo. Yo seguía jugando y no pensaba en otras cosas».
Laporte no oculta la comodidad de su estancia en Bilbao, amen de prometer que esta se prolongará. Reconoce sin ambages la influencia en su decisión de Valverde, admitiendo que «hablé unas cuantas veces con él. Para mí es uno de los mejores entrenadores que he tenido y que existen en Europa ahora mismo. Da muchísimo dentro y fuera del campo», aunque no cae en dramatismo ante la posibilidad de su pronta marcha . En respuesta a la pregunta sobre si podría reprocharle al técnico su marcha tras pedirle su estancia en el equipo, el defensa es tajante , recordando que «no hay muchos entrenadores que pasen tanto tiempo en un mismo sitio, aunque algunos, en Inglaterra sobre todo, sí lo han hecho. Los entrenadores son más pasajeros».
Sobre los rumores que sitúan a Ziganda en el banquillo de San Mamés, Laporte destaca su lado humano de cara a integrar jugadores y la excepcional ayuda que supuso a la hora adaptarse a un entorno que le resultaba desconocido. El recuerdo de momentos como aquellos han sido clave en su decisión de renovar, emocionándose al rememorar la apuesta que el club hizo por él, señalando que «si por una persona desde que eres pequeño, que no tienes nada, apuestan por ti y te cuidan; hay que respetar y tener cabeza para decir ‘joder lo que me han dado es la hostia’. Mi familia, por ejemplo, era modesta y yo viniendo aquí me ilusioné, crecí como jugador, como persona y el club me dio muchísimo. Eso en algún momento hay que reconocerlo y agradecerlo. Hay que ser humano y pensar en esas cosas también»
