
Las dudas que asolaban a Fernando Amorebieta sobre como sería su recibimiento en San Mamés encontraron ayer la respuesta, paradójicamente a la conclusión del partido. Uno de los cuatro exrojiblancos bajo la disciplina gijonense (solo Vesga se ausentó ayer), el venezolano dio ayer muestras de su caracter indómito y se empleo a fondo contra su ex equipo, ímpetu que no habría pasado de mera anécdota de no ser porque derivó en fuertes encontronazos con Aduriz.
Su duelo no se limitó a constantes y violentos choques, sino que acabó con hemoglobina derramada en el cesped de La Catedral.
El minuto 20 dio el pistoletazo de salida la guerra fratricida. Un balón aéreo se saldó con un codazo en la testa del donostiarra. Una ocasión rojiblanca interceptada por el venezolano que le hizo merecedor de la cartulina amarilla y que lejos de esconderse, no escondió sus reproches a Aduriz por sus quejas. Un tónica que imperó durante esa primera mitad y que estaba desquiciando claramente al ariete rojiblanco.
La tensión encontró su salida tras haber conseguido el Athletic el empate. Un nuevo codazo a Aduriz acabó con el donostiarra sangrando profusamente por la nariz. Una acción que acabó impune a pesar de mostrar el delantero sus consecuencias al árbitro. Una impunidad que persistiría cuando Amorebieta en otro encontronazo aéreo dejará noqueado a Bóveda. La reacción de Aduriz no se hizo de esperar y sus protestas acabaron con la tarjeta amarilla que nunca vio Amorebieta.
Preguntado Iker Muniain, al que le une una gran amistad con el venezolano, sobre los hechos, se limitó a declarar con sorna que Amorebieta «es un jugador que siempre va al límite, también lo hacía con nosotros, cuando ha estado fuera y ahora. Es una gran virtud y si a la gente no le gusta qué se va a hacer. Él lucha por su equipo y a mí siempre me tendrá”.